La educación jesuita asume que el colegio es un instrumento de apostolado para desarrollar la misión de la Iglesia y la Compañía de Jesús. Esta tiene por objetivo hoy promover la reconciliación y la justicia a partir del discernimiento en común y mediante la colaboración con otros. Como Colegio nos esforzamos para poner en práctica la tríada propuesta por el P. Pedro Arrupe, entonces Superior General de los Jesuitas: enseñanza, educación y evangelización.
El objetivo del colegio es formar personas de las 4 Cs´:
1) Conscientes de sí mismos, de la sociedad y de la realidad circundante.
2) Competentes y académicamente profundos.
3) Compasivos para asumir el sufrimiento de los demás
4) Comprometidos con la transformación de las estructuras sociales injustas.
El actual Superior General, P. Arturo Sosa, agrega que el servicio educativo jesuita busca formar a los ciudadanos con capacidad crítica, experiencia de su identidad original y disposición para un diálogo intercultural.
La visión de Dios como creador y trabajador en la creación, de la persona como el lugar donde el se revela especialmente, y del mundo impregnado de la bondad de Dios, son la base sobre la cual se firma el proceso educativo. Reconocer a Dios Creador actuando hoy y su voluntad de colaborar con el. Una formación integral, a través de varias disciplinas, fomenta el pensamiento crítico y el ejercicio de la imaginación, de la afectividad y de la creatividad.
Nuestra propuesta educativa aborda la educación en valores que ayudan a los estudiantes a llevar a cabo, con conciencia y libertad el seguimiento de Dios. La dinámica escolar fomenta el ejercicio de la autodisciplina, la formación del carácter y la voluntad, el discernimiento de valores, el juicio crítico de los obstáculos a la libertad, los prejuicios y las visiones restrictivas. Para eso, se ayuda a los estudiantes a estar en contacto con el mundo, a conocerlo y evaluarlo críticamente, convencidos de que las personas y las estructuras pueden cambiar.
Son nuestros compromisos y trabajamos a diario para ello como Colegio con la impronta de San Ignacio: mantener la identidad y formar a todos sólidamente en la fe, y también testimoniar la comunión cristiana, a través del diálogo con otras denominaciones religiosas.
Crear un ambiente seguro y saludable para todos/as con el compromiso de todos/as.
Sostener un compromiso con la ciudadanía global. Preparar a los alumnos y familias para reconocer su pertenencia más amplia a la familia humana. La visión ignaciana y la historia jesuita invitan a reconocer a Dios presente en la vida humana.
Asumir el compromiso con el cuidado de la creación, el cuidado de la casa común. También se invita a las familias a que se sientan responsables de toda la creación.
Favorecer el desarrollo de una espiritualidad expansiva, reflexiva, profunda, para maravillarse y enamorarse de la presencia activa de Dios en todas las cosas. Esta experiencia impulsará a los alumnos a discernir la realidad y a invertir, a lo largo de la vida, sus talentos para satisfacer las necesidades que perciben.